lunes, 17 de septiembre de 2007

Reivindicación de Diego Urdiales

Urdiales o la torería. Sencillamente y para que se sepa; para que lo anoten los descreídos, los que siempre ponen pegas y los que carecen de corazón; para que cuando piensen que la vida les mira de costado rememoren las corridas que ha vivido el torero de Arnedo en la soledad de sus entrenamientos, pendiente de un teléfono móvil uncido al silencio. Pero Diego Urdiales siempre ha encontrado refugio en la muleta, deslizando sus dedos por su áspera tela, asentando las zapatillas en un pequeño recoveco del ruedo arnedano donde tantas tardes en soledad ha soñado con la gloria. Sólo él confiaba en sí mismo; él y un pequeño grupo de aficionados y amigos que nunca le ha dejado solo. Y llegó el gran día, con los toros de Cebada Gago, una ganadería a la que sistemáticamente evitan los toreros mandones; los que van de figuras y los que lo son. Daba igual, era el momento, tenía que abrir la corrida, la feria y lo que hiciera falta. Embutido en un torerísimo terno rosa y oro tuvo el primer detalle de generosidad y compartió el emotivo saludo de la afición con sus compañeros de cartel. Y salió el toro –en el papel ponía que era cárdeno– pero parecía un tanto desteñido, cornidelantero y cómodo de pitón. Las verónicas resultaron guapas y las dibujó con majeza. Sin embargo, el torero de Arnedo buscó siempre la distancia adecuada y el terreno más comprometido. Y empezó a reivindicarse con especial altura, sobre todo al natural, completamente cruzado y adelantando la pañosa para llevar embebido la desigual embestida del Cebada, que era noble, pero que requería mando y precisión en los engaños, tanto en el embroque como en el final de cada muletazo. Se tiró y logró una gran estocada que a la postre le valió una oreja de ley. Pero llegó el cuarto, noble, rajado y sin excesivo gas. Y se reivindicó el Diego Urdiales inteligente. No abuso de las cercanías y poco a poco labró una faena eminentemente técnica en la que por paciencia –será por paciencia– sobó al astado por ambos pitones hasta lograr al final los mejores momentos toreando en redondo. Pinchó en la yema hasta tres veces; pero la reivindicación ahora era plena y redonda. ¿Tendrá más oportunidades? ¿Volverá a pasar un año más en silencio lanceando astados imaginarios en su coso arnedano mirando al móvil de soslayo? (Artículo aparecido hoy en Diario La Rioja).

o Primera corrida de la feria de Logroño:
Toros de Cebada Gago, desiguales de pesos, pero astifinos y ofensivos por delante. También desiguales de comportamiento. El segundo, muy noble y humillador. El sexto, bravo y encastado. El resto, mansitos y manejables. Diego Urdiales: oreja tras dos avisos y saludos tras aviso; Paulita, palmas tras aviso y silencio tras aviso y Fernando Cruz, silencio en su lote.

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Blog de ideas de Pablo G. Mancha. (Copyleft) –año 2005/06/07/08–

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