miércoles, 29 de agosto de 2007

El vino da vida al que lo bebe razonablemente

Francisco Umbral opina que “el consumismo que inunda la sociedad también ha llegado al mundo del vino”, pero que ningún refinamiento será capaz de superar a un vaso de Bon Vino del que hablaba Gonzalo de Berceo Es un escritor curtido en los placeres de la vida, una referencia literaria del siglo y un columnista procaz que hace literatura del periodismo. Vehemente, a veces seco pero también cortés, se declara aficionado a nuestros caldos y al Bon Vino de Berceo.
– ¿Es aficionado al vino?

– Sí, me gusta mucho el vino tinto.

– ¿Hay algún vino en especial que sea de su predilección?

– Claro, me gusta el Rioja pero también soy aficionado a otros como el Valdepeñas y el de Castilla La Vieja.

– El hedonismo y el vino siempre han sido un concepto y una filosofía que han ido de la mano. ¿Cómo entiende usted esta relación?

– El hecho de beber vino supone la búsqueda de un placer. Además, posee las características que todos conocemos y puede proporcionar energía y hasta imaginación, aunque en principio lo que se busca con su consumo es un placer, pequeño o grande, según los gustos de cada uno de los que lo ejercitan. El beber vino es un acto de hedonismo por principio. Luego puede tener unas consecuencias prácticas como encontrarse mejor, pero para mí eso es secundario. Lo fundamental en el hecho de beber es que siempre ha sido un acto hedonista.

– ¿Cree que esto ha sido así desde la antigüedad o ahora que se han mejorado mucho las técnicas y se consiguen vinos muy precisos y refinados en cuanto a sabores y olores se ha especializado más el consumo y ha perdido ese aspecto tradicional, más cercano al pueblo?
– Lo que veo claro es que el consumismo que ha inundado todos los aspectos de la sociedad también ha llegado al vino. La gente ya bebía vino, pero ahora se trata de que beba más vino, más caro y que todos los paladares conozcan el vino. El refinamiento de los vinos es un fenómeno puramente consumista y a lo que no encuentro más trascendencia.

– ¿Qué significan entonces desde su punto de vista todos los nuevos vinos?

– Nada, son unos perfeccionamientos que no creo que superen el vaso de Bon Vino de Berceo y aquí hay que decir el viejo refrán: “Al vino, vino”.

– ¿Cómo es su relación con el mundo del vino?

– Escasa, yo no tomo mucho vino. A veces un poco de whisky y algunas veces vino tinto.

– ¿Existe una relación clara entre la literatura y el vino?

– Ha habido escritores muy bebedores de vino, como Hemingway, que tengo entendido que era muy aficionado a los buenos caldos, y que de joven le gustaba escribir bebiendo vino con sifón.

– ¿Se puede entender la literatura española sin la presencia del vino?

– Seguro que sí, aunque eso no signifique que haya aspectos muy concretos que estén relacionados con él, como algunos sonetos al vino.

– ¿Seríamos los españoles como somos si no tuviéramos cerca una copa de vino?

– Pues sí... Aunque puede haber fiestas que se armen más con el vino, aunque por el contrario hay que reconocer que el vino ha provocado altercados de taberna como hemos conocido en la literatura gracias al costumbrismo.

– Ha dicho recientemente que se han agotado los grandes temas y que la literatura esta abocada a su muerte.

– Si pensamos en la televisión, los ordenadores e internet, no es que vaya a morir, pero sí que se está convirtiendo en algo propio de gente selecta, exquisita y culta. Se lee ahora mucho menos porque tenemos a nuestro alcance y sin esfuerzo todos esos cacharros.

– ¿Puede convertirse el consumo exquisito del buen vino en algo parecido a lo que usted refleja en el mundo de la literatura?

– Prefiero el vino antiguo, el de la elaboración tradicional y por qué no, el rudimentario. Un buen vino es sencillo, como el que se ha hecho toda la vida. Aunque no aprecio mucho las características diferenciales de un vino u otro, lo que tengo claro es si me gusta o no me gusta. Y es más, creo que la mayoría de los expertos mienten y tampoco distinguen.

– ¿Mienten también los expertos en literatura?

– A mí en literatura no me engañan. Lo que sucede es que las preferencias de una ‘maruja’ en literatura no me sirve, aunque comprendo que a ella le guste mucho.

– ¿Existe algún autor que le haya sorprendido realizando referencias al vino en su literatura?

– Cela ha escrito cosa muy bellas sobre el vino, ya que de eso y de muchas otras cosas sabe muchísimo.

– ¿Es cierto que estaba usted borracho cuando atacó a la Real Academia de la Lengua?

– Sí posiblemente, pero no estaba ebrio de vino sino de whisky.

– ¿Por qué cree que la palabra española alcanza su cumbre cuando se barroquiza?

– Es un género al que yo a veces me apunto. En el siglo XVII, aunque se vivió un periodo de decadencia social y política, se alcanzaron grandes cotas en la literatura y la pintura.

– Si le digo que el vino es un ser vivo...
– Por supuesto, ya que se han hecho experimentos y se ha comprobado que está vivo y reacciona de diferentes maneras. Y por ello da vida al que lo bebe razonablemente.

– ¿Cuando viaja qué bebe?

– En Estados Unidos bebo coca-cola, porque es mucho mejor que la de aquí, no se puede ni comparar; se lo aseguro.

o Entrevista publicada en el Suplemento Vinos de Rioja, aparecido en Diario La Rioja en noviembre de 1998.

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