domingo, 21 de enero de 2007

La última resurrección del mítico Pana

La odisea de ‘El Pana’, un torero atípico, que ha revolucionado la fiesta en México, con 56 años, tras una vida marcada por los escándalos, el alcohol, la prostitución y las visitas a la cárcel

«Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto». Con este increíble brindis prologó el diestro mexicano Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’ la que iba a ser la última faena de su vida y que minutos después se iba a convertir –a sus 56 años– en la obra que le iba a lanzar a la fama tras cortar dos orejas y provocar tal conmoción en su país que incluso el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, le pidió disculpas por no haber asistido a la corrida y le invitó a su residencia. Rodolfo Rodríguez es un tipo peculiar que habla de sí mismo en tercera persona cuando se refiere al torero: «El Pana es un ente espiritual de fe inagotable, que nace antes de las cuatro de la tarde, cuando comienza a vestirse el terno de luces y termina su ciclo de vida, esa imagen torera, cuando se quita el traje. Ahí es cuando regresa a su dimensión terrenal, y viene la cosa humana, ésa en la que se pide perdón por los errores cometidos». Nació en Apizaco (Tlaxcala) y fue panadero –de ahí lo de pana– paracaidista en las tientas, sepulturero e incluso, vendedor de golosinas. Se hizo torero para mitigar su pesadumbres: «Y mire lo que son las cosas, yo vengo de una época en la que uno quería ser matador para triunfar y comprarle una casa a su madre; ahora los chavales tienen que vender la casa de su madre para ser toreros». Y aunque logró gran fama de novillero y en las primeras temporadas como matador, pronto cayó en el ostracismo debido a su adicción al alcohol. Eso sí, antes se tiró como espontáneo a La México para conseguir una oportunidad. En 1978 y con casi treinta años, tumbó dos orejas a un novillo y llenó el circo más grande del mundo (40.000 localidades) compitiendo con César Pastor. Tras tomar la alternativa, prodigó los insultos a los toreros más importantes y sufrió el veto de las empresas. Ha pasado más de nueve veces por la cárcel y un día que visitaba el presidente de Francia el país azteca, se volvió a tirar de espontáneo al ruedo con un cartel en el que se leía: «Chirac, ya párale, cabrón, con tus bombitas». El empresario de la plaza no lo contrató más. Sin embargo, el nuevo rector del coso, José Antonio González ‘Chiolín’, le propuso hace unos meses que emprendiera una recuperación de sus adicciones y si lo conseguía le dejaría volver al ruedo de México D.F. y tener una despedida digna. Y así fue. La curiosidad se apoderó de los tendidos desde que apareció montado en calesa, fumando un puro, sujetando otro, con la coleta natural y embutido en un terno rosa. Todos los periódicos y noticieros se hicieron eco del triunfo y ahora le llueven los contratos: «Espero estar a la altura de ‘El Pana’», manifestó Rodolfo Rodríguez.
o Artículo que he publicado hoy en Diario La Rioja. La foto es de burladerodos.com y muestra a José Tomás en La México viendo torear a 'El Pana'

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