domingo, 24 de diciembre de 2006

Postal agnóstica de la Navidad


Una de las razones por las que amo la tauromaquia es por el punto subversivo que posee. Como todo arte, el toreo exige una dosis de desencuentro y rebeldía, y especialmente nuestra fiesta alberga un planteamiento intelectual que no tiene parangón con casi nada. El torero es más grande cuanto más y mejor piense ante el toro. La lidia tiene tantos recursos estratégicos –terrenos, distancias, colocación, entre muchos otros– que utilizarlos sabiamente depende de una elección casi milimétrica cuando el diestro está en el abismo. Pero además de todo esto, de la belleza sustancialmente rara e incomparable de un lance, también tiene sitio para el heroismo –torería decimos los aficionados–, para tener ese valor tan desmedido que sabiendo que en una decisión así se puede ir la vida, cruzar el río sin ambages. Feliz Navidad a todos porque hoy, y a pesar de los pesares, me siento más aficionado que nunca. Os dejo esta obra de Arnás, don Vicente, uno de mis pintores preferidos.

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