viernes, 26 de mayo de 2006

A los taurinos los toros les importan tres cojones

Los taurinos de hoy en día por lo común, y muy a mi pesar, me parecen unos tipos impresentables que como decía el maestro Joaquín Vidal –ahora más añorado que nunca– se creen los amos. A estos taurinos, por mucho que parezca extraño, los toros le importan tres cojones. Sólo ven la pasta fácil de los chanchullos, el quítate tú para ponerme yo y de paso me-lo-llevo-crudo. Me lo llevo a costa de los aficionados primero –que son los que nunca fallan– y después de los espectadores que como les pasa a muchos críticos taurinos de la modernidad confunden una media verónica con una chicuelina y montan en cólera con un presidente cuando éste le roba –a decir suyo– una oreja a El Juli, para no irnos más lejos y para que sepamos todos de quien estoy hablando ahora. Sin embargo, los taurinos y ciertos críticos hacen comandita o cartel (de Medellín) cuando la sombra sinuosa del afeitado o de la droga ronda por las ganaderías o apabulla en la mayor parte de las plazas, porque se afeita casi todo. Entonces callan y al oído te dicen que ésta es una guerra perdida o para fardar entre aficionados de provincia comentan que ellos lo saben todo pero que difundir estas cosas puede hacer mucho daño a la fiesta. Y ya se sabe, no hay que dar argumentos a los antitaurinos de ERC o a los ecologistas. Un día de hace dos años, en Alfaro, el apoderado de José Antonio Morante de la Puebla me dijo en un burladero que los toreros son personas humanas y que ya se sabe, que había que ayudarles un poquito. Otro día un empresario riojano me dijo que Ponce, José Tomás y El Juli no vendrían si a una determinada corrida no se la tocaba, es decir: que o se afeitaba o la toreaban él y sus socios. Navalón, el grande, dijo que él mismo afeitaba a los toros para poder venderlos... Personalmente estoy convencido de que a los toros les afeitan varias veces: desde que nacen los afeitan; los afeitan para quitarles el veneno, los afeitan para convencer a la figura de turno y los afeitan en la plaza para asegurarse de que van a pasar el reconcimiento. Rosa Jiménez Cano ha descubierto otro fraude, ha sacado a la luz una vergüenza más de una fiesta que está con una estocada en todo lo alto con los taurinos tirando de su rabo y de sus huevos a ver si se trastabilla definitivamente. Los toros, para nuestra desgracia, no interesan a casi nadie porque la mayoría de las tardes constituyen un espectáculo decepcionante donde se persigue un afectado esteticismo, unos valores cursis de tipos cursis como Finito de Córdoba, Jesulín de Ubrique o Javier Conde, como Manzanares –padre e hijo–, como César Jiménez, que en nada se parece al de sus inicios, a un torero que exponía, daba distancia y no hacía cosas como las que ha descubierto Rosa y ahora niega su jefe de Prensa. También en Mundotoro se hacen eco de la vergüenza. Ahora van de asépticos. En fin, la conclusión final no tiene vuelta de hoja: a los taurinos los toros les importan tres cojones y por eso pergeñan lamentables corridas como la de ayer, donde la ¿ganadería? de Lagunajanda (sancionada por afeitar toros, por ejemplo en Logroño) ofreció un espectáculo lamentable que ha recogido con especial acierto en su excelente blog mi amigo Bastonito.

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Blog de ideas de Pablo G. Mancha. (Copyleft) –año 2005/06/07/08–

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