domingo, 26 de marzo de 2006

«El vino es la única forma dinámica de embotellar el tiempo»

Las tendencias en los estilos de vinos es uno de los apartados que definirán en esta edición el V Foro Mundial del Vino, un evento que se celebra en Logroño desde el martes y que se presenta emocionante para los amantes de la enología. Agustín Santolaya, director de Bodegas Roda (Haro), ha participado en el diseño de este capítulo tan importante para el futuro de las tendencias enológicas.
– La globalización es un concepto muy amplio, ¿Se corre el riesgo en el mundo del vino de acercarse más a la uniformización de los estilos?

– Creo que entender globalización como uniformidad es equívoco, ya que lo que estamos es generando un espacio mucho más amplio, donde existe hueco para vinos tradicionales o para vinos que se basan precisamente en la diferenciación. Otro aspecto positivo es que con la globalización todos los vinos pueden darse a conocer en todo el mundo. Decir que todos los vinos va a ser iguales es demasiado simple. Cuando diseñamos este apartado fue porque el vino ha de adaptarse a los gustos de las personas. Las pequeñas producciones pueden hacer algo especial y que luego guste tal y como se ha diseñado. Pero es una buena idea entender la manera en la que están evolucionando estas tendencias por el mundo.

– ¿En qué momento nos encontramos?

– Acabamos de pasar una época en la que la tendencia ha estado parkerizada, en el sentido de encontrarnos con vinos con gran impacto de madera nueva, con fruta sobremadurada y con desequilibrio. Ahora parece que entramos en una nueva tendencia en la que todos estos conceptos se han suavizado y la finura y elegancia son valores indiscutibles para acompañar a esa potencia parkeriana.
– ¿Y cuál es la raíz de estos cambios de modelo?

– En la evolución de los propios consumidores. Pasamos de una preferencia por los vinos clásicos –menos color, grandes crianzas y menos importancia de las frutas– hacia a los vinos modernos, en lo que se quiere extraer lo máximo posible de la viña dejando que la bodega sea bastante transparente, dejando ver la fruta, notas especiadas. Dentro de esa línea moderna han existido diferentes escuelas, desde la que busca la máxima extracción y el impacto tánico –con muchos adeptos– y ha habido estilos con mucha más finura, buscando más estructura que en los vinos clásicos, pero en los que la madera apenas aparezca, logrando siempre una elegancia superior.

– ¿Y en qué lugar se encuentra usted como bodeguero?

– A mí lo que me interesa del vino es ser un vehículo de transmisión de sensaciones. Realmente lo entiendo así, además de dar placer bebiendo, queremos transmitir cosas, que cada añada sea capaz de transmitir algo diferente. El reto es estar arriba del todo porque el vino es la única forma dinámica de embotellar el tiempo.

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