martes, 10 de enero de 2006

El libre albedrío

Como todavía no me he recuperado del chasco del sábado con 'El Lebrijano' y su compaña, he rescatado del fondo del ordenador lo que escribí hace dos años del concierto de Actual protagonizado por Gerardo Núñez, ese maestro de Jerez que me hizo crepitar. Ahí os lo dejo

El jazz y el flamenco se han convertido en dos compañeros de viaje que lejos de cruzarse de manera circunstancial y casi por sorpresa, –eso ya pasó hace muchos años– caminan tomados de la mano con una naturalidad y un desenfreno que hacen palpitar el sentido, como en ese martinete sincopado en el que la batería de Miralta y el bajo de Martín fueron dibujando espacios sonoros difícilmente encajables en lo que se suele denominar como flamenco, pero que como telón de fondo para el aullido de Rafael Cortés, compusieron un momento verdaderamente bello y nuevo, como demostración incuestionable de que el flamenco tiene espacio para crecer, para aumentar su caudal expresivo haciendose todavía más mestizo y más universal, a pesar de que a los puristas estas cuestiones le parezcan un atentado de lesa flamencura, quizás porque no sean capaces de aparecer por los conciertos con el afán de disfrutar, sino de sentarse en la butaca con una toga en el alma, tan negra que vela la razón y el entendimiento y con la sentencia dictada mucho antes de que los músicos den rienda suelta a su expresividad. Y eso fue precisamente lo que hizo este racimo de maestros en su concierto logroñés, enfrascarse por derecho, darse rienda suelta, entregarse al albedrío de la creación y, al fin, gozar en el escenario para deleite de todos. Núñez, Sambeat, Mariano Díaz y Pablo Martín, cada uno con su instrumento y con sus personales momentos de gloria, cuajaron una actuación soberbia, pero Marc Miralta, embozado literalmente en su batería, dejó sobre el tapete tal cantidad de recursos rítmicos y cromáticos que no sería aventurado aseverar que su batería desprendió armonía por los cuatro costados. Además, cuando se entreveraba con el taconeo de Carmen Cortés, cada uno dueño de su particular arrebato, aquello parerecía sencillamente imposible. Pero al final, como culminación del ritmo, todo se acababa por resolver con singular pericia. Gerardo Núñez dejó momentos inquietantemente bellos y aunque protagoniza buena parte del concierto, es un músico generoso al que sin duda le brillan los ojos cuando Perico Sambeat o sus amigos de escenario se marcaban momentos de tanta energía como los vividos el sábado.

Cruce de caminos
Guitarra flamenca: Gerardo Núñez. Saxo: Perico Sambeat. Baile: Carmen Cortés.
Cante: Rafae
l de Utrera. Piano: Mariano Díaz. Contrabajo: Pablo Martín. Batería: Marc Miralta.
Teatro Bretón de Logroño. Sábado, 10 de enero de 2004.

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