lunes, 11 de julio de 2005

Un maestro a caballo

Para definir lo que es y lo que significa para la tauromaquia Pablo Hermoso de Mendoza hace años que se han terminado los adjetivos, porque desde hace ya varias temporadas, el rejoneador estellés se ha convertido en el número uno del escalafón, en un matador taquillero (por ejemplo, lleva cuatro años poniendo el cartel de no hay billetes en el coso de La Ribera), y en un verdadero espectáculo con los caballos.
Una de las principales virtudes técnicas de Pablo Hermoso reside en lo terrenos que pisa con unos caballos, que en sus manos se convierten en verdaderos engaños toreros. De hecho, con Pablo Hermoso los críticos taurinos empiezan a describir las faenas como si se tratara de toreros de a pie, hablando de muletazos y de conceptos como el temple, el dominio o la naturalidad...
Pablo Hermoso de Mendoza es el mejor rejoneador de toda la historia del toreo, el más innovador, el más técnico y el que más ha sabido hacer llegar a los aficionados su concepto del toreo a caballo, tanto por sus cualidades como por su enorme capacidad para conectar con los tendidos, porque Pablo torea con sentimiento.
Por eso, siempre que aparece su nombre colgado en los carteles, le suele acompañar el anhelado letrerito de 'No hay billetes', mensaje que parece escrito para ir de la mano de este singular genio estellés.
El año pasado en la plaza de Logroño dejó una tarde sencillamente prodigiosa porque cuajó a uno de sus oponentes con una maestría proverbial, con una belleza inusitada. Ha renovado su cuadra y a pesar de la ausencia de Cagancho, retirado hace unos años, ha sido capaz de superar el reto con otra nueva cuadra tan increíble como la anterior, con caballos tan maravillosos como Chenel o Campogrande.
Hermoso hace bello el toreo por inaudito, por inverosímil y porque parecen imposibles cada uno de sus cites y la forma de resolver los embroques sin ninguna violencia, pero con un dominio que está marcando esta época del rejoneo, la suya, como la más grande.
Para mí, Pablo Hermoso de Mendoza es un extraterrestre que ha aterrizado por ventura en el planeta de los toros. El año pasado en San Mateo tuve la sensación de que Hermoso no es de este mundo y sus caballos, definitivamente, tampoco.
Resulta casi imposible describir la forma en la que los maneja, cómo consiente las embestidas, a la vez que los equinos entrometen el hocico casi en el cuello ofreciéndose de frente, poniendo –no es ninguna exageración– cara de torero, y no en cabriolas y piruetas, sino en verdaderos muletazos ligados y por derecho. Lo de este hombre no es rejoneo, es el toreo mismo.
En estos tiempos en los que el toreo parece estar más pendiente de relamirse las heridas, de peleas intestinas y de los numerosos ataques que recibe desde el exterior, Pablo Hermoso de Mendoza capitanea todos los escalafones, porque, pese a quien pese, es el torero más deseado por las aficiones de todo el mundo.

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Blog de ideas de Pablo G. Mancha. (Copyleft) –año 2005/06/07/08–

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